BREVE NOTA HISTÓRICA SOBRE EL PATRIARCADO ECUMÉNICO

 

Los Apóstoles fueron enviados por Jesucristo a predicar el Evangelio de salvación a todas las naciones. En un periodo muy corto de tiempo, y de una manera milagrosa, lograron extender el cristianismo al mundo entero, a pesar de las persecuciones y demás circunstancias adversas. 

Según  fuentes históricas fidedignas, y la Tradición de la Iglesia, el Apóstol  Andrés, el Primer Llamado de los Apóstoles, predicó el Evangelio en Asia Menor, las regiones alrededor del Mar Negro, Tracia, y Acaya, donde  fue martirizado. El hecho de que el Apóstol  Andrés predicara en estas regiones es la razón por la que las Iglesias de Trebisonda, Constantinopla, y  Patras le honran como su fundador y  santo patrón. La Iglesia de Constantinopla ha establecido el día de la Fiesta  de este Santo (30 noviembre) como  Fiesta del Trono, fecha que se festeja solemnemente. Esta celebración que había cesado durante los primeros años del yugo turco se restableció durante el tiempo del Patriarca Serafín II, quién era Metropolita de Filipópolis antes de convertirse en Patriarca Ecuménico (1760) y continúa desde entonces sin interrupción. Era  el año 356, cuando las Sagradas Reliquias del Apóstol Andrés fueron trasladadas a Constantinopla y depositadas en la Iglesia de los Santos Apóstoles. El Apóstol fue muy querido por los fieles de la Ciudad. Dan testimonio de  esto  las numerosas iglesias dedicadas a su memoria.  

La apostolicidad del Trono de Constantinopla también se muestra del hecho probado que el Apóstol y Evangelista Juan predicó en Asia Menor. Era él quién  dirigió su libro del Apocalipsis a "las siete iglesias en Asia", a saber las Iglesias de Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia, y Laodicea, las cuales, desde el siglo IV pertenecen  a la jurisdicción de la Iglesia de Constantinopla.  En 861, durante el Concilio en Constantinopla, cuando la Delegación Papal estaba promoviendo la apostolicidad del trono de Roma, el Patriarca Ignacio invocó la doble apostolicidad del Trono Ecuménico.  Según queda registrado en la traducción latina de la colección canónica del Cardenal Deusdedit  (siglo XI), San Ignacio dijo entonces," Y yo ocupo el trono del Apóstol Juan y del  Primer Llamado Apóstol Andrés."  

Sin embargo, el reconocimiento apostólico de la Iglesia de Constantinopla se debe mucho más a la función apostólica que ella realizó de una manera muy notable. Era el establecimiento de la primera, y única ciudad cristiana en el mundo entera, la de Bizancio, así como la divulgación del Evangelio. Trajo a  multitud de  personas a la Iglesia, Una, Santa, Católica y Apostólica. Se convirtió en "Isapóstol", siguiendo el ejemplo del primer Emperador cristiano, fundador de la nueva capital del imperio, Constantinopla, su sede desde entonces...    Antes de que Constantino el Grande se convirtiera en Emperador, el pueblo pequeño de Bizancio,  colonia antigua de Megara, era una diócesis bajo la jurisdicción del Metropolita de Heraclea en Tracia. Los cristianos que vivían allí  habían experimentado unas condiciones de vida muy duras debido a  las persecuciones  por los Emperadores romanos. El primer obispo colocado en ese pueblo por el  propio Apóstol Andrés, era el Apóstol  Estacio. Veinticuatro obispos más siguieron al Apóstol  Estacio durante este primer periodo importante de la diócesis de Bizancio, el último de ellos siendo San Metrófanes.  El segundo  periodo glorioso empezó cuando Constantino el Grande se convirtió en el nuevo Emperador. Este periodo duró más de mil años y se conoce como el periodo del Imperio bizantino. Durante este periodo la Iglesia de Constantinopla se convirtió  primero en Archidiócesis, después en Patriarcado, luego en Trono Ecuménico  y  Gran Iglesia de Cristo. Todos estos desarrollos no eran sólo el resultado de los cambios históricos mundiales. Eran un factor esencial del grandioso esplendor del Imperio Cristiano Grecorromano.

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+ BARTOLOMÉ I

ARZOBISPO DE CONSTANTINOPLA,

NUEVA ROMA Y PATRIARCA ECUMENICO

 

Su Santidad, BARTOLOMÉ, Arzobispo de Constantinopla, Nueva Roma y el Patriarca Ecuménico es el 270º sucesor de la Iglesia cristiana local fundada por el Apóstol San Andrés hace 2000 años. Como ciudadano de Turquía la experiencia personal del Patriarca Bartolomé le proporciona una perspectiva única en torno al diálogo continuado entre el mundo cristiano, islámico y judío. Trabaja para conseguir la reconciliación entre las comunidades católicas, musulmanas y ortodoxas, como en la antigua Yugoslavia, y está a favor de medidas para lograr la paz  y mitigar la amenaza de conflicto global en la región. 

     Como Arzobispo de Constantinopla y Nueva Roma, el Patriarca Bartolomé ocupa el Primer Trono de la Iglesia Cristiana Ortodoxa y preside en un espíritu fraternal sobre todos los Primados Ortodoxos. El Patriarca Ecuménico tiene la responsabilidad histórica y teológica para iniciar  y coordinar acciones entre las Iglesias de Alejandría, Antioquía, Jerusalén, Rusia, Serbia, Rumania, Bulgaria, Georgia, Chipre, Grecia, Polonia, Albania, República Checa, Eslovaquia, Finlandia, Estonia, y las numerosas archidiócesis esparcidas por todo el mundo. Esto incluye la convocación de concilios o reuniones para facilitar el diálogo inter-eclesial e inter-confesional, y actuar como defensor principal de la unidad de la Iglesia. Como Patriarca Ecuménico transciende cada grupo nacional y étnico. Hoy, a nivel mundial, es el líder espiritual de aproximadamente 250 millones de fieles.   En su persona el  Patriarca Bartolomé representa la memoria de la vida y sacrificio de la Iglesia Ortodoxa martirizada del  Siglo XX. Después de ascender al Trono Ecuménico en 1991, viajó por todo el mundo, ortodoxo y no ortodoxo, llevando un mensaje de renovación y de esperanza. Ha presidido la restauración de la Iglesia Autocéfala de Albania y la Iglesia Autónoma de Estonia, y ha sido una fuente constante de apoyo espiritual y moral a aquellos países tradicionalmente Ortodoxos emergentes después de décadas de  persecución religiosa a gran escala detrás de la Cortina de acero. El Patriarca es un testigo viviente al mundo de la lucha dolorosa de la Ortodoxia para conseguir la libertad religiosa y la dignidad innata de la humanidad. El papel del Patriarca Bartolomé como principal líder espiritual del mundo cristiano Ortodoxo y figura transnacional de importancia global se hace más vital cada día. Co-patrocinó la Conferencia de Paz y Tolerancia en Estambul (1994) que reunía a Cristianos, musulmanes y judíos.

  Destacan sus esfuerzos en conocimiento medioambiental que le ha merecido el título de "Patriarca Verde". Ha organizado  seminarios medioambientales junto con Su Alteza Real el Príncipe Felipe de Edimburgo, y simposios medioambientales internacionales en Patmos (1995) y alrededor del Mar Negro (1997). Desde 1999 tres otros Simposios Internacionales sobre Religión, Ciencia y Medio Ambiente han tenido lugar bajo los auspicios conjuntos de Su Santidad el Patriarca Ecuménico y Su Excelencia Sr. Romano Prodi, Presidente de la Comisión europea. Estos esfuerzos, junto con sus esfuerzos inspiradores en nombre de la libertad religiosa y los derechos humanos, colocan al Patriarca Ecuménico entre los principales apóstoles mundiales de amor, paz y reconciliación para la humanidad, razón por la cual le fue otorgada la Medalla del Oro del Congreso de los EE.UU. 


ORTODOXIA Y OTRAS RELIGIONES

LA IMPORTANCIA DEL DIÁLOGO INTER-CONFESIONAL

 

La Iglesia Ortodoxa, con el fin de mejorar las relaciones entre los hombres en el ámbito religioso y social, promueve una serie de diálogos con las dos grandes religiones monoteístas del planeta –  con el Judaísmo desde 1977 y con el Islam desde 1986.

                 Como se sabe, la Iglesia Ortodoxa tomó la iniciativa en el momento oportuno – no esperó al 11 de septiembre de 2001. El objetivo era la normalización de las relaciones y la coexistencia pacífica entre los fieles de las tres religiones. El Diálogo Inter-religioso es en primer lugar una necesidad interna para las religiones para que puedan defender los valores religiosos contra la cultura antropocéntrica actual, y también una obligación común hacia la humanidad.

En la 1ª Conferencia Pan-ortodoxa que tuvo lugar en el Centro del Patriarcado Ecuménico en Ginebra en 1976, la Iglesia Ortodoxa expresó su deseo de “contribuir  y  colaborar para eliminar cualquier forma de fanatismo y promover la reconciliación entre los pueblos y la libertad en el mundo al servicio de toda la humanidad sin excepción de sexo o religión".

En 1986, en el 3er Conferencia Pan-ortodoxa, lo que había sido un deseo se convirtió en una importante Proclamación oficial. “La Aportación de la Iglesia Ortodoxa en el logro de la paz, la justicia, la libertad y la fraternidad entre los pueblos, y la eliminación de  cualquier  tipo de discriminación”. Habiendo establecido el marco en el cual se desarrollaría el Diálogo Inter-religioso, la Iglesia Ortodoxa inició contactos con el Judaísmo y con el Islam. Además de los Diálogos bilaterales, el Patriarcado Ecuménico ha organizado otra serie de encuentros entre las tres religiones monoteístas: el encuentro del Bósforo en 1994, el de Bruselas en 2001 y el último encuentro en Grecia en agosto de 2004 coincidiendo con  los Juegos Olímpicos.

Diálogo con el Judaísmo

De acuerdo con las palabras de S.S. el Patriarca Ecuménico, Bartolomeo, en su mensaje a los participantes del Encuentro, celebrado en Israel en diciembre de 1998, “diálogo significa refuerzo de la colaboración tranquila y pacífica entre los hombres.”

Hay que destacar que las dos partes han subrayado la necesidad de garantías absolutas,  constitucionales y legales, de la plena libertad de conciencia así como cualquier otra libertad religiosa para todos los ciudadanos de los estados Judío, Cristiano e Islámico. Además, hay que garantizar la protección por norma de la igualdad ante la ley de todas las personas, y el reconocimiento internacional de los derechos sociales. Estas declaraciones en forma de propuesta han sido presentadas al foro internacional.

Diálogo con el Islam

El diálogo con el Islam es muy importante, especialmente en estos días cuando notamos una ola de islamofobia, que ha aumentado gracias a la injusta equiparación del terrorismo con el Islam. Acontecimientos como la destrucción de las Torres Gemelas en Nueva York o las bombas de los trenes en Madrid confunden a la sociedad: ¿en qué cree el Islam? Los Diálogos Inter-religiosos ayudan a que la gente comprenda que ninguna religión preconiza el asesinato y la muerte. Esto sucede solamente cuando  algunos individuos intentan justificar sus actos mediante la religión, en el nombre del Dios que, supuestamente, sirven.

La iniciación de los diálogos cayó en tierra fértil, y ahora, muchos años después, las tres grandes religiones están más cerca que nunca. Las propuestas presentadas en estos diálogos de las religiones constituyen una iniciativa por un Diálogo Inter-religioso constructivo y por una paz en la Tierra, que preserve la santidad de la vida humana y su integridad. Sin embargo, ya que las religiones no tienen fuerza para imponer una guerra, tampoco tienen fuerza para imponer una paz a un mundo inestable y fragmentado. Así que, pueden y deben presentarse como representantes de la paz. Y para esto, es imprescindible que, no solamente limpien sus enseñanzas de la intolerancia y de los prejuicios del pasado, sino también que adapten su misión a las necesidades de nuestros tiempos.

 

¿QUIÉN ES EL PATRIARCA ECUMÉNICO?

Y ¿QUÉ ES EL PATRIARCADO ECUMÉNICO?

 

El Patriarca Ecuménico no pretende que sus privilegios tengan origen divino. No pretende así, ser “obispo universal”. No pretende tener infalibilidad dogmática ni jurisdicción inmediata y absoluta sobre todos los fieles. No está por encima de los Concilios Ecuménicos y de todo juicio eclesiástico. No posee autoridad mundana ni soberanía absoluta. La primacía de su Sede apostólica y su jurisdicción que de ella fluye, se define y se verifica claramente en los Santos Cánones y en la Historia.

Y, la Historia insobornable da testimonio y manifiesta que la vida del Trono Ecuménico está tan entrelazada con la vida y la historia del auténtico Cristianismo Ortodoxo de los Santos Concilios Ecuménicos y con las constantes y duras  luchas libradas para preservar la Fe y defender el orden canónico, de manera que se pueda decir que, por medio de ella, se completa y se continúa toda la historia de la Iglesia Ortodoxa...

Cátedra ecuménica y centro pan-ortodoxo fue y es el Patriarcado Ecuménico, y, al mismo tiempo, centro de intercesión ante el Altísimo por la conservación de la Fe de nuestros Padres y de la legislación canónica y eclesiástica, por la estabilidad de la Santas Iglesias de Dios y por la unión de todos; intercesión en la que ninguna voluntad de autoridad se entremezcla.

El Trono Ecuménico contempla su precedencia, no como medio de satisfacer vanidades y de imponer la autoridad absoluta en la Iglesia y en el orden eclesiástico, en perjuicio de las demás Iglesias Ortodoxas, sino sencillamente como precedencia en la humilde diaconía, en el espíritu del amor, de la paz y del respeto mutuo a favor de los intereses, de la gloria y de la grandeza de la Santa Iglesia Católica Ortodoxa Oriental: “Yo estoy en medio de vosotros como el sirviente”.

Máximos, Metropolita de Sardis ()

 

¿Qué debe al Patriarcado Ecuménico la Ortodoxia extendida por los confines de la tierra?

 

a) Le debe la preservación del dogma ortodoxo. Preocupación de la Madre Iglesia fue y es, la de preservar la palabra de la Verdad. Ello fue posible por medio de muchos Concilios Ecuménicos y locales, reunidos a través de los siglos.

b) Le debe la Divina Liturgia de San Juan Crisóstomo, que siendo en sus bases apostólica, a través de Antioquia llegó a Constantinopla y de ella a todo el mundo ortodoxo. También la de San Basilio Magno y la de los Dones Pre-santificados, fueron conformadas en Constantinopla y de allí fueron divulgadas.

c) Le debe la Himnografía Eclesiástica. Romano el Mélodo (Compositor músico), Justiniano, León el Sabio, Constantino Porfirogéneto, Icasía Monja, Teodoro Studita, José de Tesalónica, José el Himnógrafo, Juan Mavropus y muchos otros, allí en Constantinopla vivieron, escribieron, compusieron música. Además, los grandes autores de los cánticos: Andrés el Cretense, Juan Damasceno, Cosme de Maiumá, se dieron a conocer por medio de los Monasterios de Constantinopla.

d) Le debe la Música Eclesiástica, la música de los ángeles, según la expresión de Alejandro Papadiamantis. Todos los grandes maestros allí compusieron, cantaron y dieron forma a la melodía ortodoxa. Juan el Dulce, Juan Cucuzelis, Juan Cladas y muchos otros, hasta nuestros días, gigantes de Sitial Cantoral Patriarcal, nos entregaron melodías divinas capaces de ablandar al corazón más pétreo.

e) Le debe el orden eclesiástico, los ordenamientos del ceremonial que, llegados de Jerusalén a Constantinopla, a través de sus Monasterios y en particular el de Studio, llegaron hasta nosotros. El llamado ceremonial de San Sabas no es otro que el ceremonial del famoso Monasterio de Studio. Estos ordenamientos se encuentran vigentes en todo el mundo Ortodoxo.

f) Le debe la Literatura Patrística. Los divinos discursos de Gregorio el Teólogo, de San Juan Crisóstomo, de Proclo, de San Focio, de Teodoro de Studio y muchos más hasta nuestros días.

g) Le debe el arte cristiano ortodoxo. Las artes sacras, la arquitectura, la iconografía, el arte de los mosaicos. De Vladimir de Rusia hasta Venecia y de Sicilia hasta las ermitas de Capadocia, esta influencia es evidente.

h) Le debe la preservación de la Literatura antigua. Platón, Aristóteles, los trágicos y los cómicos serían desconocidos a la humanidad si no fuesen preservados por los copistas de los Monasterios de Constantinopla.

i) Le debe la fraternidad y el amor al prójimo. Los orfelinatos y los hospedajes, las leproserías y tantos otros institutos, son testigos indubitables. Basta una simple lectura del ceremonial del Monasterio del Pantocrátor para que sea convencido el más incrédulo.

j) Le debe la condena del nacional-racismo que fragmentó al mundo ortodoxo. Enseño que por encima de la raza y de la etnia está la Fe Ortodoxa, que une a todos en una misma familia bendita.

k) Le debe el espíritu Ecuménico, que se encuentra en aguda contraposición al localismo eclesiástico.

l) Le debe la divulgación de la Fe a los pueblos “bárbaros”, desde la época de San Juan Crisóstomo y antes aún, hasta la de San Focio y aún después de éste: fenicios, búlgaros, magiares, eslavos orientales (ucranianos, rusos, serbios) y Occidentales (Moravos, eslovacos), rumanos, de Constantinopla recibieron la inextinguible Luz de Cristo. Pero también las misiones ortodoxas actuales (América, Asia, Oceanía), mucho le deben.

m) Le debe la preservación de la peculiaridad cultural de los pueblos ortodoxos. El alfabeto cirílico, la autocefalía eclesiástica, el uso del culto de las lenguas de los nuevos iluminados en Cristo y tantas otras cosas que conformaron las naciones ortodoxas actuales.

n) Le debe la administración pastoral de tantas sacras Arquidiócesis esparcidas por el mundo, que viven y se desarrollan bajo el árbol frondoso de la Gran Iglesia de Cristo en Constantinopla.

o) Le debe, particularmente el Helenismo, como también todos los otros pueblos balcánicos, la preservación de la lengua, el desarrollo de la educación en tiempos difíciles (dominio otomano), la creación de una cultura superior, la conformación de la conciencia nacional, su propia existencia.

p) Le debe la conciencia de que los pastores de la Iglesia son diáconos de misterios, servidores del pueblo de Dios, y si fuera necesario, víctimas, sacrificios voluntarios, atormentados, maltratados, decapitados por el amor de Cristo (véase el fenómeno de los neo-mártires).

q) Le debe la doctrina de que la Fe cristiana no es un privilegio, no es derecho y provecho, sino paciencia en las angustias y en las tentaciones, testimonio y martirio.

r) le debe la permanencia en lo que cada uno fue asignado, a pesar de las circunstancias adversas, del ambiente desfavorable, de la disposición hostil de los que nos rodean.

s) Le debe la conciencia de que la Iglesia de Cristo es Madre cariñosa lactante, atenta, que cría a sus hijos con la enseñanza y la exhortación del Señor, derramándoles manantiales de vida.

t) Le debe el buen camino hacia la vida eterna, enseñando que los cristianos viven en sus patrias, pero como si fuesen extraños, pues la patria eterna es el Reino Celestial, que se alcanza con arrepentimiento, humildad y vida ortodoxa.

En consecuencia todos le debemos todo a la Madre Gran Iglesia de Cristo, el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla. Nuestras son solamente las amarguras que le propinamos cada tanto, que son más amargas que el ajenjo, como hijos maleducados, olvidadizos, desagradecidos y desobedientes a sus Padres.

+ Archimandrita Dositeo